The Buchannan Food Experience

Experiencias culinarias: visitas a restaurantes, bares, antros e incluso tugurios, recetas caseras... todo aquello relacionado con el placer de comer. Culinary experiencies: visits to restaurants in Spain and abroad, to pubs, seedy bars...etc..Home made recipes and everything related to the pleasure of table.

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Soltero, muy heterosexual. Deporte... pasear. Los relojes de diseño.

Wednesday, November 16, 2005

Mejillones en 5 de Marzo


Pasaba el otro día por la calle 5 de Marzo y me encontré con una grata sorpresa, habían abierto una nueva sucursal de La mejillonera. Así que más tarde, pensando en acudir al cine con el hambre saciada, decidí entrar y comer algo. Este es un local -ahora varios- especializado en bocadillos de calamares y raciones de mejillón.

Las comparaciones son odiosas, pero vamos con ellas (me refiero al local de la calle Moneva). El de la calle 5 de Marzo es más nuevo, cuenta con más espacio entre las mesas y la barra, y siendo la oferta la misma parecía prometer más comodidad. Me senté en una mesa y el camarero acudió presto como si llevara esperándome toda la tarde. Pedí un bocadillo de calamares, picante por supuesto, una ración de mejillones con salsa escocesa y una copita de tinto. El pan estaba gomoso, y me chocó, porque era el pan una de las razones por las que yo acudía a la mejillonera a tomar el bocata de calamares. Se dejaba comer pero el nuevo local empezó a perder brillo ante mis ojos. Sigamos. Cambié de tercio y comenzé a hincarle el diente a los mejillones, todo iba bien, que rica la salsa... Entonces me pareció ver algo brillante en el interior de uno de ellos, extasiado, no le presté más atención. Aquel brillo se transformó en mi boca en una sensación desagradable, como de arena rascando los molares, y me pareció estar masticando una priedecita de nácar. Eché un trago al tinto y me encomendé a Dios; rascaba, pero no me importó. Entre tanto, el camarero iba retirando platos como un autómata descontrolado, obligándome incluso a asir la copa, medio llena todavía, por temor a que la recogiese. En fin, la película podía arreglar la noche.

Pienso volver, pero la próxima vez acudiré al local de la calle Moneva aunque tenga que apretujarme en la barra. Tal vez esperaba demasiado.

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